Si deje la playa un día
y me adentré al interior
fue porqué por dentro ardía
con la llama del amor
pues de niño en Almería
entre la playa y el puerto
era raro y muy incierto
no ver el mar algún día
Así recale en Granada
a oír el agua en sus fuentes
y ver en Sierra Nevada
las cumbres como rompientes.
Buscar la playa en su plaza
y flotar en sus riachuelos
mecido como en barcaza
bajo estrellas de los cielos.
Calentar mi húmeda piel
en la Malá y en Alhama
mientras me bebía la miel
que destilaba mi amada.
Y tener de acantilado
de la Alhambra la muralla
con el perfil recortado
sobre el Darro con su playa.
Y buscar un acomodo
en el olor a celinda
de ese tan ansiado yodo
que en la nariz, es la guinda
Mas no encontré sustituto
para el rugir de la ola
y sentir que en un minuto
puedes perder la perola
cuando te engulle con saña
y te arrastra hasta la orilla
hasta iniciar la campaña
de perderme en mi chiquilla
y allí me hice marinero
y practiqué la empopada
y la ceñida en velero
en una gran cabalgada
sobre un cuerpo pinturero
en el que hincaba la proa
o me mecía en canoa
según fuera el viento fiero
Pero al llegar el verano
en un impulso espontáneo
disfruto como un enano
en el mar Mediterráneo
y en las calas de Levante
en el agua cristalina
o sobre la arena fina
beso el cuerpo de mi amante.
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