martes, 24 de abril de 2012

Intensidad






Mi intensidad, amor;
es la vehemencia de tus afectos
es el grado de fuerza 
de tu fenómeno.
Es mi agente natural.
Es tu magnitud física,
mi cualidad,
tu expresión.

Que rompe las claves de criptografía,
y la eficiencia energética
de mi economía.

Mariscadoras de estrellas y luceros

26 de abril día de la visibilidad lésbica


Como la ola lame despacio toda la orilla
en cadencioso ritmo, desde siempre,
ellas se agrupan de noche
y se recorren
recónditos lugares del territorio.

Llevan sus pies desnudos y pantorrillas,
se cantan susurrando las melodías
y en gran cesto colgado junto a su pecho
van guardando cada captura conseguida.
Con la cadencia grácil y ese donaire
que se aprende de niña en la cofradía.

Entre risas y juegos van cosechando
y sus ojos profundos van escrutando
la vibración sideral mas delicada
que palpita esperando
bajo la arena.

Con sus cuerpos chorreando
de nívea espuma
enferman cada noche
y tiemblan de fiebre
cuando la ola se vierte
sobre sus muslos.

Van mariscando estrellas
y hasta luceros
hasta que besa la luna
sus tibios cuerpos.

Entonces danzan posesas
en aquelarres ciegos
y se retiran
de sus lésbicos ritos
antes del alba.

Cada noche saludo
desde mi faro
y contemplo extasiado
tanta dulzura
y el arcano secreto
que ellas trasmiten.

El pálpito del alma
es su misterio,
el disfrute del cuerpo
su letanía,
viven entre la gente
su algarabía
y el veintiséis de abril
es su gran día,
para mostrar orgullosas
que son dichosas,
con cuerpos de mujeres


y alma de diosas.

viernes, 20 de abril de 2012

Algún día




... Y algún día, ahí, no estarás
nada dirán nuestros versos
no estarán 
las palabras tan buscadas.

Como extraños,
nos miraremos sin sabernos.
... Y algún día...,
ahí, no estaremos.

No sabrán a besos nuestros versos,
ni a miel nuestros encuentros,
no beberé de tu savia,
no morarán nuestros cuerpos.

martes, 17 de abril de 2012

Tiempo de Urgencia




Tengo un tiempo que no sé de que se trata,
un tiempo desde un tiempo a esta parte
que parece el tiempo que a otros les sobra
o, simplemente, lo abandonan.

Un tiempo:
incoloro
incongruente
inevitable
invaluable
insatisfecho
inepto
imparcial
incoloro
inoloro
e
insípido.

Una premura de tiempo urgente.


viernes, 13 de abril de 2012

Manifiesto.




Descripción de la génesis y evolución de un síndrome antiguo y sin terapia. Consideraciones higiénicas y casos de exacerbación

Pasa a veces que tras leer y leer, desde las matriculas de los coches hasta los prospectos de los limpiadores, el cuerpo se vuelve adicto. De esta forma el movimiento de las pupilas será una constante focalización sobre las letras, sobre cualquier soporte ante cualquier motivo, un desplazar las pupilas lado a lado, como un temblor inconsciente un bamboleo, un inintencionado vaivén y un buscar a cada rato un texto escrito. Tus ojos serán como el foco de un faro escrutando irremisiblemente sobre un continuo horizonte lineal, las líneas de texto. Leer para conciliar el sueño, para evacuar los desechos, reponiendo fuerzas en el bar. Leer hasta las definiciones de las palabras que usamos con una más que adecuada competencia en el lenguaje, leer y releer lo ya leído. Leer en tu propio idioma y en los ajenos. Aprender hasta otra grafía para variar.

Me encerré en una biblioteca durante meses y tenía interiorizado mi rutina diaria de cuatro horas. Primero un manual de árabe para mover los ojos de derecha a izquierda. Luego unas poesías para coger ritmo. Y por último, un ensayo de matemáticas o filosofía. Daba igual se trataba de dar alimento a mis pupilas, de ejercitar la vigorexia ocular, de pasar de nivel en los campeonatos de erudición mundana, de matar el tiempo y escapar de la muerte que es el tedio.

He de reconocer en este punto que a veces también he leído con los ojos cerrados, aquello que estaba escrito en mis adentros. Que el tedio poco me ha alcanzado, tan solo cuando el exceso de ruido y las normas sociales me han impedido, el poder escucharme  para adentro, aquello que tenia escrito en mi memoria.

Pero un buen día quedé naufrago de de impresos. Aislado de cualquier civilización en fase histórica, tan solo rodeado de seres multimedia por ser generoso y no hablar de un mundo de iletrados. Y ese día, ese buen día tuve que fabricar mi propia medicina, ajustando las cocciones, calculando las medidas, pensando en la biodisponibilidad y en el déficit del esencial alimento que consumo. Tome un papel en blanco y empecé a situar ordenadas las letras una a una, componiendo las palabras y frases de un discurso, de un texto inédito, de una nueva creación. Y así logré estabilizar a mis pupilas y que siguieran la batuta de mi mano. Y me gustó y pensé que era bueno. Luego vino  coger ritmo  y desde entonces mi mundo es la escritura.

Dicen que un clavo saca a otro clavo, pero no es cierto. Este se está metiendo por el centro del primero. La vigorexia ahora es táctil, estoy de acuerdo, pero estimula los mismos centros del cerebro. Y como todos los vicios en cadena, el uno llama a otro y en barrena, el leer es escritura, y escribir siempre termina con lectura. Repasando cada coma y cada acento. Reescribiendo lo leído que es incierto y dedicado al menudeo de mi comercio.

Pero escribiendo, a veces se presenta sin aviso, una llamada clónica de ritmo, un golpe fugaz en los sentidos, un filtro estético y repentino, que hace escribir hasta la prosa como un verso. Ese momento lo vivo con ensueño, me inunda de un hormigueo por todo el cuerpo, me obliga a refugiarme más adentro, hasta derramarme en un éxtasis incierto.
Es como una epilepsia de la estética, con un nódulo de descarga en el cerebro, entre las áreas de la lectura y del lenguaje, y que he aprendido a provocarme y de ello abuso, pues no quiero anticonvulsionante que lo pare. A veces también la música baja los umbrales del disparo, sobre todo la ópera, y de alguna forma las artes plásticas, la pintura, la escultura, hasta el paisaje. Pero como todo trastorno de tipo epiléptico, puede presentarse en competencia con los recursos para la administración de la propia autonomía; robando horas al sueño, a la alimentación, a los compromisos sociales…

Solo pido a los poderes de este mundo, que no me priven del mal que yo padezco, y acepto la reclusión que por higiene, se nos aplique a los que se encuentran como yo. Hay que contener esta epidemia improductiva, que ni cotiza en bolsa ni relanza la economía. Acepto que este vicio no es ejemplo, ni para postreras generaciones ni la mía, pero que leyendo he visto que es antigua, que no dio la humanidad con un remedio, y ni la cárcel ni la tortura la detienen.

¿Qué puedo esperar de este infortunio y de esta enfermedad que a mi me asola?
Pues el seguir machacando mis sentidos, en consumir aquello que desata el verso cuando juegas con los ripios, el escuchar la melodías en que se exalta el ritmo y el espíritu, aquellas que me llevan cabalgando hasta el mismo borde del abismo y la locura. También el mantener aquellas relaciones que por la simple identificación empática de nuestros males comunes, tienden a compartir un poco de tu droga, pasándadotela cuando tu propia cocina escasea o ha decaído en propiedades. A veces tan solo se da como homenaje, por la vanidad gastronómica o para corresponder al último regalo recibido. Y es cierto, eso desequilibra aun más la dieta del veneno, aumenta la tolerancia y el consumo.

Entre nosotros mismos retroalimentamos nuestra locura, sincronizamos los ciclos del apogeo, nos buscamos en busca de una oída o de una papelina con un verso a media tarde. Y es tal la decadencia de nuestro estado y la perdida de autonomía que ello comporta, que nos hemos vuelto seres esencialmente promiscuos, dispuesto a cambiar un beso por un verso, un polvo por una antología y convertir en bacanal todo concierto. Es tráfico ilícito sí, pero de las endorfinas que generamos para el propio autoconsumo y que generan una estela en nuestro grupo hasta caer rendidos en los brazos de Morfeo.

He de dejar un último apunte higiénico a estas notas sobre la génesis y descripción de este mal. Si no quieres contagiarte evita las artes, cualquier exaltación del espíritu puede llevarte a este trance. La música, la pintura, la lectura, la escultura, el cine, el teatro... Consúmelos de forma ordenada siempre que no puedas evitarlos y pagando el correspondiente IVA y los derechos de edición y producción, pero nunca te lances a crear, pues estarás cavando tu propia tumba.

Una sola frase, unas notas que silbes en tu interior, un enfoque entre tus pulgares y tus índices, un buril y un martillo, la extensión de cualquier mancha sobre una textura, un fogonazo de luz pueden despertar a una neurona en tu cerebro. Volverla autónoma y permitir que tome el control de tu integridad y tu economía. Los profesionales que a ello se dedican están continuamente monitorizados por su agente y sometidos al control constante de los beneficios y los riesgos y con estricto sometimiento a los mercados.

Evítalas y rádialas de realidad o contrarréstalas con cualquier veneno- La sociedad de consumo ha puesto a nuestro alcance un amplio arsenal terapéutico-, porque si logran crecer y metastatizarse, se harán con el control de tus sentidos. Tus prioridades serán relegadas y serás un enfermo social hasta la muerte. Es tal la demencia social a que se llega, que los afectados se olvidad de sus necesidades sociales básicas. Se organizan en sus propios clanes y se dedican a darse placer hasta la muerte. Se sabe de los que matan por una musa, delinquen por un original y hasta aúllan a los cielos en noches de luna llena. Dicen cosas como "la hora en que la piel es más sensible", hurgan formas en la corteza de los árboles, la emprenden a golpes contra una piedra o modelan con sucio barro una escultura.

Y hay grados, sí, pero se han dado tantos casos de degeneración artística imparable. Que qué puede ser mejor que proteger tu salud y la de tu familia con productos testados socialmente. Arte de televisión, música de radio, lecturas de ediciones de gran tirada, pintura y escultura solo en viajes en grupo, y el teatro y los conciertos junto al ambigú de las hamburguesas durante las fiestas de tu barrio y rodeados de tu propio vecindario.

Evita sobre todo los productos de elaboración artesanal y clandestina ajenos al más pobre y primitivo circuito comercial. Internet ha hecho mucho mal en la extensión y difusión de esta patología con las características virales de su fuerza de comunicación.

Necesitar la autoexaltación de los sentidos en un mundo de moda, lujo y poder es ya solo en sí, un signo evidente de sospecha clínica. Consúltalo con tu asesor fiscal o con el director de tu banco, pero en cualquier caso con una persona de contrastado éxito y relevancia pública. No arriesgues tu patrimonio en una inversión personal que el común de los mortales nunca emprende y sin que sea avalada por ningún experto.

Ah, y el sexo, aléjalo totalmente de la estética, consúmelo como pornografía dura o como gimnasia que solo busca la excreción de los humores, la momentánea calma de las sensaciones de  ese picor tan improductivo, o el noble ejercicio de la reproducción de la especie. Cualquier contenido sexual mezclado al arte, cualquier interacción entre hormonas y emoción, feromonas y poesía, entre pintura y deseo, entre una melodía y un sensual suspiro, entre la textura de una piedra y una insinuante forma corporal, pueden producir una interacción  irresistible e irritante. Un fenómeno autodestructivo y alucinante y entonces no solo buscaras arte sino también carne, no solo música sino baile, tu escultura necesitará de un buen modelo. Tu pintura será la pintura de un desnudo, tu amante será a la vez tu musa y el ritmo de tu poesía irá in crescendo, hasta el éxtasis final en que tus humores quedaran derramados sobre el frío firme de una infraestructura socialmente necesaria.

jueves, 12 de abril de 2012

Museo de sensaciones





Museo de sensaciones

Como aquel que abre baúles tras un duelo,
como el que entra en la buhardilla abigarrada,
como el que desempolva mirando un viejo álbum
de fotos de los fantasmas de la infancia
o limpia de carcoma el caballito
que cabalgo en esas siestas agostadas.

Cuando los muros de la casona se revientan
y el suelo cruje y el ambiente huele a moho,
cuando el espacio de tu celda es bien escaso
y te has propuesto aligerar los pies y el equipaje.
¿Que hay que salvar en la memoria?
¿Que documentos conservar de ese momento?
¿Que perfume traspasar como legado? 

Sin duda de la infancia quedan flases
de unos brazos alzados hacia el cielo
en espera de otros que te alcen.
De ese baño nocturno y somnoliento,
del olor de la toalla y el perfume.
Del cansancio tras los cantos de los niños
del aroma de los árboles del huerto.

Pero en otras edades son las risas,
la pasión lo prohibido y la aventura.
La escapada, la fuga y hasta el miedo,
la sensualidad descarnada y ese juego
a morir matando y tirarte al fuego.

Al final yo colecciono sensaciones
y prefiero la tibieza del recuerdo,
a sentir tibia la piel en todo el cuerpo.
Y me gusta de cada olor ese recuerdo
y el recuerdo del olor a mi me excita.

Y creo que me he convertido en comisario
de itinerantes exposiciones de ese mundo
que se almacena entre los polvos
de las ajadas vigas de la cubierta de mi vida.

Allí donde me encuentro, 
presento un día las risas
otro olores
e incluso un inventario de dolores
con el remedio conforme a la botica.

Pero hay una sala que venero
del museo de sensaciones que regento
que quiero que se acreciente cada día.
Por la única por la que vivo en la codicia:
la sala de  los amores de mi vida.

miércoles, 11 de abril de 2012

Agujero negro




¿Qué decir de los tiempos que no existen,
de los que no tenemos,
de los que no pudimos conquistar?
¿Que hacer con el orgón que nos sobra,
aquel que nadie está habilitado para retirar como residuo,
ese que nos inunda y nos corroe?

Yo he inventado un agujero negro, negro, de sumidero,
tan irreal como mi misma vida,
tan cargado de pasiones que ni las mías escapan de él.
Pero un agujero negro no es inerte
y de donde nada sale pueden entrar mundos
y desatar las alquimias primigenias.

Y aunque el tiempo en su interior es infinito
la disposición voluptuosa, las medidas prietas
el orden equívoco, el vacío imposible,
lo imposible la regla, la confusión la divisa,
que pueden alterarse todas las materias.
Helarse los ardores, fundirse hasta los hielos,
y destilar evanescentes fluidos
de lo que antes eran inmutables rocas.

Y como en una fragua,

en los limites de los dominios de Vulcano,
de donde puede surgir el arma y la codicia,
fundirse el metal de la llave
que abra todas las cajas de Pandora,
en medio de tanto ardor y tanto caos
solo surge una variada melodía
entre el andante, adagio, allegro
pero que puede ser vivace, presto
y hasta prestísimo,
cuando reaccionan tus emociones con las mías.

Y al final, tanto modificar las órbitas del universo,

tanto alimentarme de tu galaxia,
tanto curvar tu tiempo, alimentándome de tus curvas,
 harán que se produzca una masiva explosión.
Y solo espero que ese día tus diales
capten y detecten la llamarada de mi luz
y mis partículas dejen en tus entrañas
vetas de preciosos minerales
y que un lucero permanente oriente tu mirada.

sábado, 7 de abril de 2012

Fotografía: Carmela Gálvez



¿A quien enfoca esa pupila
desde la negra obscuridad
de ese gran cielo?
¿Hacia donde dirige 
su profunda mirada,
que atraviesa certera
la tenue evanescencia?
¿Por qué se han despertado
translúcidas criaturas?
¿Por qué el dejarse ver
del fiero Polifemo?

Siempre, 
siempre en la noche 
hay un momento
donde trazar el rumbo 
a nuestra Itaca
y al mirar al cielo
encontrar un tesoro,
relajar los aprietos,
y cargar de esa luz
la cansada mirada.

Dos días después Carmela me dedicó esta foto por la poesía. Bienvenido el trueque en el arte. Gracias.


martes, 3 de abril de 2012

Imán de Neodimio






"Imán de Neodimio"
 


Eres mi imán de neodimio
de atracción geodinámica que,
desde el núcleo interno se extiende.
 
Mi codificada brújula de rayos cósmicos
con declinación magnética,
se orienta en giroscopio.
 
Una aurora austral creaste,
frotando mi ambar
con tu tela de seda.