sábado, 5 de noviembre de 2011

Más mi vida, que tu vida

A ti, te recuerdo desde entonces.
Eres algo de lo bueno que he tenido
y añoro esas caricias, con las yemas y sin prisa
como el agradable chaparrón que bien salpica
la desnuda piel, en un tibio día de playa.
                                * * *
Conservo nanométricos detalles
de los rasgos mas nimios de tu cuerpo
las pestañas del ojo que me mira
el pliegue al inicio de tu cuello
la proporción y arrugas de tus dedos
                               * * *
Y repaso esas imágenes de mi memoria
jugando a reencontrarme por un rato
y así vienen, a mi, invariablemente
la tierna sonrisa de tus ojos,
la firmeza con que tu boca me analiza,
el vientre al que susurré mil y un secretos,
el costillar donde escuchaba tus latidos.
                                * * *
Y ese cuerpo, ya no es el tuyo, ahora es mío,
pues lo he guardado treinta años con gran mimo
envolviendo cada detalle con cariño
y enfocando cada trocito con un verso.
                                 * * *
Soy el cartógrafo de aquella geografía
que me invitaste a recorrer durante días
y eres al fin, más mi vida, que tu vida
como he cuidado, más, tu recuerdo, que mi cuerpo

                                 * * *
Así, he disfrutado y he sufrido en ese  empeño
de proteger ese frondoso jardín de tu recuerdo
y he decido salvar por tanto el sentimiento
y encerrarlo en versos para futuros sensinautas.