viernes, 29 de junio de 2012

Marejada y luna creciente





Con un mar embravecido 
a los pies de mi doncella
tal vez la estela se ha ido
pero ella reina tan bella.

Pues el rugir de las olas
mientras observo la luna
me suena a las caracolas
y a lo que salpica, bruma.

Ella colgada en el cielo
sobre una húmeda mar
y yo solo en mi velero.  

La luna sigue creciente
y en el agua se refleja
más allá de la rompiente
con una forma compleja,

pues son teselas de plata
entre el cimbrear de agua negra
como danza de mulata
mientras que mi vida alegra.

Hacia ella enfilo la quilla,
a envolverla con mi vela,
a jugar al pilla pilla. 


De acercarme de ceñida 
tengo la cara rociada
de gotitas de esparcida
de mi luna plateada,

que al darme la bienvenida
se tumba en mi misma estera
a mi me llena de vida
y me permite la espera,

pues solo luna creciente
y con mar de marejada
es amante complaciente.

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