Y llegó el sábado en silencio
para inventariar toda la semana
con su media jornada de trabajo
y ajetreadas prisas al asueto.
Es sábado sí, y yo te espero,
como espero el encuentro cotidiano
y la siesta que cese la vorágine
donde pueda encontrar en ti mi cielo.
Pues mi lengua anda ansiosa por tus poros,
mis oídos necesitan tus gemidos,
tus efluvios necesitan ser olidos
y rehacernos como se rehacen los amantes.
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