Una ninfa de piel fina,
blanca como hecha de nácar,
vi bañarse en una fuente
de nenúfares rodeada.
Entre gorjeos y croares
la bella diosa cantaba
y el trino de un gorrión
cada estrofa acompañaba.
Después del baño perfumes,
de jazmín, rosas y espliego.
Tras su aseo encendiose el cielo
y comenzó la mañana.
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