Pues pongamos otro árbol
para su bosque encantado
que estuvo el poeta preso
y estuvo tanto encerrado
sin el consuelo de un beso,
que en la poesía halló la calma
para alimentar su alma.
Y el bosque tras la ventana
de la alcoba donde duerme
para que escuche los trinos
tras tantos años inerme,
el poeta Marcos Ana.
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