miércoles, 11 de abril de 2012

Agujero negro




¿Qué decir de los tiempos que no existen,
de los que no tenemos,
de los que no pudimos conquistar?
¿Que hacer con el orgón que nos sobra,
aquel que nadie está habilitado para retirar como residuo,
ese que nos inunda y nos corroe?

Yo he inventado un agujero negro, negro, de sumidero,
tan irreal como mi misma vida,
tan cargado de pasiones que ni las mías escapan de él.
Pero un agujero negro no es inerte
y de donde nada sale pueden entrar mundos
y desatar las alquimias primigenias.

Y aunque el tiempo en su interior es infinito
la disposición voluptuosa, las medidas prietas
el orden equívoco, el vacío imposible,
lo imposible la regla, la confusión la divisa,
que pueden alterarse todas las materias.
Helarse los ardores, fundirse hasta los hielos,
y destilar evanescentes fluidos
de lo que antes eran inmutables rocas.

Y como en una fragua,

en los limites de los dominios de Vulcano,
de donde puede surgir el arma y la codicia,
fundirse el metal de la llave
que abra todas las cajas de Pandora,
en medio de tanto ardor y tanto caos
solo surge una variada melodía
entre el andante, adagio, allegro
pero que puede ser vivace, presto
y hasta prestísimo,
cuando reaccionan tus emociones con las mías.

Y al final, tanto modificar las órbitas del universo,

tanto alimentarme de tu galaxia,
tanto curvar tu tiempo, alimentándome de tus curvas,
 harán que se produzca una masiva explosión.
Y solo espero que ese día tus diales
capten y detecten la llamarada de mi luz
y mis partículas dejen en tus entrañas
vetas de preciosos minerales
y que un lucero permanente oriente tu mirada.

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