martes, 20 de agosto de 2013

Un amasijo de brazos



En una tarde de agosto
después de dormir la siesta
entre yo en paraje angosto
con mucha gana de fiesta

Y allí en la cama de hierro
mi vientre entre tu espesura
empecé a sentirme perro
al verte toda dulzura

tus brazos que me acercaban
tus labios si me comías
y a mis oídos llegaban
tus trinos cuando gemías

Allí decidí rendirme
presa de tanta hermosura
y juré que antes de irme
tu perderías la cordura.

Te acaricié en cada poro
e hice presa en cada pliegue
hasta que perdí el decoro
y comenzó tu despegue.

Un amasijo de brazos
sudorosos y enredados
peleándose a manotazos
con vaivenes alocados

estaba próximo el cielo
cuando sentí tu alarido
y al fin inicié mi vuelo
descargando mi fluido

y aun recuerdo tu boca
muy apretada a la mía
jurando que estabas loca
y presa de alferecía.

Hoy dormí en la misma cama
y me ha llegado tu aroma
se ha vuelto a prender la llama

y necesito tu doma

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