Allá, varada al fondo de la playa
vieja, destartalada y media oculta,
entre hierbajos muerta de muerte lenta,
anda entre sombras y frío la vieja barca.
ya no se leen ni sus señales ni su marca,
más que azules se ven ocres.
Navegaba entre las olas
acariciada por los delfines,
marineros y remeros la llevaban
por las estelas de la luna
cantando habaneras.
Amaneceres y ocasos
donde el humo de otros barcos
saludaban sus pasos.
Ahora yace olvidada, solo
algún perro va y echa una meada
en su quilla retorcida
donde hay un pájaro enterrado.
Ya el mar no la toca
ni tiene salitre su popa,
el sol ni se le acerca.
Se cayó sobre ella un día
una mujer desde lo alto
de la vía del tranvía.
Ahora la vieja barca
es la barca de la loca,
la barca a la que nadie toca.
Pronto llegará
la noche de las hogueras.
Volverá al mar...
serán sus cenizas azules.
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